A veces los lugares de nuestras propias ciudades nos son
ajenos. Pasamos frente a ellos y somos inmunes a su presencia, permanecemos
impermeables, inmutables ante las historias y las personas que se esconden en
un rincón urbano…
E
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ntrar en la Iberoamericana, Almacén de Ramos Generales, es una experiencia curiosa. Es como atravesar una puerta e imaginarse como fueron las cosas hace unos cuantos años atrás.
Es el olor en el aire, es la altura del techo, la madera de
los cajones que esconden no se qué mercadería, la amabilidad de los empleados
vestidos con su guardapolvos de grafa azul, sí, como el de la ENET... ¿te acordás?