De
algún modo pasado y presente se reúnen en la estación de trenes, y no solo en
una. Muchos son los casos de ciudades del Alto Valle donde el edificio al que
se acercaban viajeros que emprendían la aventura de subir al “Zapalero”, hoy
sigue recibiendo visitantes. Pero ahora con otros fines.
Si
bien resulta obvio y hasta reiterativo, el ferrocarril fue para el Alto Valle
el germen que posibilitó el nacimiento y desarrollo de muchas de las actuales
ciudades de esta región.
La
línea, que en última instancia unía Plaza Constitución con Zapala, inicialmente
llegaba solo hasta lo que se conocía como Estación Limay, hoy Cipolletti.
La
inauguración de la extensión desde Bahía Blanca hasta las cercanías del límite
provincial con Neuquén se había justificado en muchas razones, entre ellas la
posibilidad de un enfrentamiento con Chile, en cuyo caso el ferrocarril debía
cumplir un papel fundamental: servir para el traslado de las tropas del
ejército.
Lo
cierto es que los beneficios para la región fueron mucho más amplios. Implicó
para esta alejada región del país la posibilidad de un contacto más directo con
Buenos Aires y también la vía a través de la cual llevar productos desde el
valle.
Si
embargo y pese a que se preparó un evento con “bombos y platillos” y que
inclusive el mismo presidente Roca llegaría con la flamante formación, la
trágica inundación que afecto a este sector de la provincia impidió la llegada
a destino de ese primer viaje inaugural.
El mes de junio de 1899 se inició en la región del
Valle una gran tragedia, una de las más grandes inundaciones de la historia que
traería incluso consecuencias peores en otra arremetida un mes más tarde. En
ese mes de junio la locomotora de la flamante línea ferroviaria no podía
abrirse paso frente a las aguas del río Negro. El tiempo demostró que esto no
fue impedimento para que el ferrocarril finalmente se abriera camino.
Con
los años la estación del tren se convirtió en un lugar de encuentro, donde
hacer sociales, donde ir, como quien dice, “a chusmear”. La gente se acercaba a
ver quien llegaba y quien se iba. El paso del tren era un acontecimiento. A la
nochecita, alrededor de las 21.30 se iniciaba para muchos una travesía de 24
horas (aunque siempre eran más) que los llevaría a la gran ciudad.
Mucho
más de un siglo después algunas estaciones de la región conservan esa
característica de servir de lugar de encuentro.
En
el caso de nuestra ciudad, 3 son las estaciones de trenes existentes. La
primera que se creó, en ese entonces se conoció como “Los Perales”, hoy Padre
Alejandro Stefenelli. La segunda, que es la estación de pasajeros, se ubica en
el centro de la ciudad, a una cuadra de la avenida más importante. Y la última
en crearse es la de Juan José Gómez cuyo nombre se puso en homenaje a quien
defendiera en una reconocida batalla, al Fortín Primera División.
Si
bien la última estuvo orientada desde sus inicios para trenes de carga, hay que
decir que de las tres es la que tuvo peor final, en el sentido que hoy se
realizan allí tareas de carga de yeso, una actividad que ha traído muchos
reclamos en el barrio que la circunda.
Con
respecto a las dos primeras, se han convertido en polos de cultura. En la
estación Stefenelli funciona una
biblioteca que esta en periodo de refacciones y un pequeño anfiteatro donde se presentan eventos y artista
regionales y que lleva el nombre de la vieja estación. En el caso de Roca se ha instalado lo que se conoce
como el teatro de la estación. Allí se realizan diversas actividades cada fin
de semana. También en el edificio funciona la dirección de Cultura del
municipio. Y por si esto fuera poco las vías se ven invadidas en fines de
semana en los que se desarrollan ferias artesanales y números artísticos.
La
opacidad que le trajo a la estación la ausencia del tren de pasajeros a causa
de los procesos de privatización y crisis económica, se vio de algún modo
compensada con el color que le dan al lugar las distintas actividades que allí
se realizan.
En
el andén innumerables obras de artistas regionales le dan una nueva forma a un
lugar que, de otro modo, hubiera quedado en el olvido.
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